Historia de Choquequirao
Tal como demuestra lo estudio de cerámica hallada en el sitio (periodo Huari 500 - 1.000 d.C. y Killke 1.000 - 1.400 d.C.), Choquequirao fue habitada desde antes de los incas; fue ampliada y reestructurada bajo el gobierno de los últimos incas del Cusco, para funciones que desconocemos.
A través de lo estudio de algunos detalles constructivos de Choquequirao, que ha atribuido a obreros chachapoyanos la edificación de la ciudadela, se ha podido deducir que el soberano inca responsable de la obra fue probablemente Túpac Yupanqui (1471- 1493), siendo también posible que haya sido Huayna Cápac (1493 - 1527), pues ambos deportaron desde Chachapoyas gran cantidades de mitimaes.
A lo largo de los ríos Vilcanota y Vilcabamba, los incas se adentraron hacia la selva con el objetivo de establecer centros de producción especializados en coca, metales preciosos, plumas de aves, tintes y otros productos suntuarios destinados a la elite incaica; la construcción de Choquequirao y de la red de caminos que lo conectaban con Machu Picchu, Vitcos y Vilcabamba debió responder a una complementación con estos propósitos.
Presumimos que el gobierno incaico edificó Choquequirao para fines religiosos y de peregrinación, un santuario vinculado a los Apus tutelares de esta parte de la “sierra nevada”, sin dejar de suponer que esta gran obra tuviera el objeto de perpetuar la memoria del poderío de su gobernante constructor.
La administración inca de Choquequirao, sea esta estatal o religiosa, fue terminando paulatinamente con la caída del Tahuantinsuyo, comenzando quizá a partir de las luchas fratricidas entre Huáscar y Atahuallpa y aumentando con las bélicas acciones de la conquista española, viéndose al final los residentes incas en la extrema situación de no poder ni siquiera sostener a su servidumbre.
En los años anteriores a su abandono Choquequirao se encontró siempre más aislada, llegando los moradores a tratar de expandir su área de cultivo agrícola para atender directamente sus necesidades alimenticias, como está comprobado por las investigaciones efectuadas en situ.
Acerca del final de Choquequirao, es verosímil pensar que los chachapoyanos que construyeron la ciudadela, los cuales habían acabado siendo los yanaconas (sirvientes) de los moradores incásicos del complejo, se rebelaron e ajusticiaron a los apoderados incas, abandonando sucesivamente el lugar.
Estos hechos debían ocurrir a finales de la década de 1530, cuando llegó a Choquequirao la noticia de los acontecimientos promovidos por Manco II; la consecutiva pérdida de poder del rey inca que desafió a los españoles desamparó a los ocupantes incásicos de Choquequirao e animó los chachas a perpetrar el crimen, seguros de no incurrir en ninguna venganza.
Años más tardes, Titu Cusí Yupanqui, hijo de Manco II, dictó unas memorias sobre la guerra y las correrías de su padre; ni una vez alude a Choquequirao, hecho que corrobora que en aquel tiempo la ciudad estaba abandonada.
Sin embargo, no se puede descartar que el sitio de Choquequirao, por su cercanía y su interconexión con la red de caminos en la Cordillera de Vilcabamba, haya podido constituir un refugio transitorio para algunos integrantes de la resistencia promovida por los “incas de Vilcabamba”.
La historia de los “incas de Vilcabamba”, llamados así por establecer la nueva sede del estado inca en la región, empieza en 1536 con la huida del Cusco de Manco Inca II, el cual emprendió una rebelión en contra de los invasores españoles para restaurar el antiguo poder inca.
El ataque a la ciudad del Cusco, ocupada por los españoles, fracasó; Manco con sus tropas fueron perseguidos hasta Ollantaytambo, desde donde se adentraron hacia la selva, a lo largo del río Vilcabamba.
Aquellos años los reinantes incas (Manco Inca II, Sayri Túpac, Tito Cusi Yupanqui, Tupac Amaru I) establecieron en Vitcos, y luego en Vilcabamba (actualmente denominada Espíritu pampa), la sede del imperio; toda la región se convirtió en lugar de refugio para parte de la elite cuzqueña y de sus súbditos que apoyaron la resistencia.
La rebelión duró 36 años, representando una amenaza para el virreinato español lo cual forzó continuamente, a través de concesiones e intimidaciones, la rendición de los incas rebeldes.
Los españoles eligieron finalmente lanzar un ataque militar a Vilcabamba, derrocando las resistencias del último inca rebelde - Túpac Amaru I -, que fue capturado y ejecutado en el Cusco, en 1572.
Con la muerte de Túpac Amaru I se acaban las esperanzas indígenas y los emplazamientos en Vilcabamba fueron abandonados y presto cubiertos por la vegetación.
Choquequirao fue redescubierto en 1710 y desde entonces se sucedieron las visitas de aventureros y exploradores en busca de tesoros hasta cuando Bingham, después de su expedición en situ efectuada en 1909 (dos años antes del descubrimiento de Machu Picchu), declaró que no se trataba de la última ciudad inca y que en el lugar no había ningún tesoro.
El monumento cayó en el olvido, acentuado por el sucesivo clamoroso descubrimiento de Machu Picchu, hasta en el 1968, cuando Choquequirao fue incluido en el Registro Oficial de Monumentos Arqueológicos por las autoridades peruanas.